Nuevos desafíos en el siglo XXI Introducción.
En la actualidad, enseñar se hace cada vez más
complejo y aprender se ha convertido en una experiencia mucho más desafiante
para los alumnos. Por otro lado, cada nivel educativo tiene su propia
especificidad, la cual está determinada por las necesidades sociales y
educativas a las que la escuela pretende responder y que se abrevian en los
objetivos educativos para cada etapa de formación. La educación básica
obligatoria persigue sus fines y lo mismo podemos decir para el caso de la
educación superior.
Para poder lograr los objetivos educativos,
establecidos en los programas escolares, los profesores planifican, organizan,
gestionan e implementan en el aula el proceso de enseñanza-aprendizaje y esto
lo hacen según su formación, experiencia y recursos con que cuentan en el
contexto donde laboran. La orquestación del proceso de enseñanza no es una
tarea sencilla, demanda del docente conocimiento teórico y conocimiento
práctico, habilidades cognitivas y sociales, destrezas, actitudes y valores
deseables, así como una buena dosis de intuición o sentido común, entre otras.
Uno de los
componentes esenciales que permite que la enseñanza superior pueda lograr su
cometido, es la Didáctica. Como ya se ha mencionado, la educación superior
tiene su propia concreción, por tanto, requiere una didáctica distintiva que
posibilite el aprendizaje de los alumnos, en su mayoría adultos, con
conocimientos y experiencias previas, motivaciones y expectativas diversas
respecto a su proyecto personal y profesional. Aunque existen distintos
enfoques y propuestas didácticas, hay ciertos planteamientos que parecen más
acordes con las exigencias que se plantea actualmente a las instituciones de
educación superior en todo el mundo.
La reciente
creación en el viejo continente del Espacio Europeo de Educación Superior,
Didáctica y Prácticas Pedagógicas 28 constituye un referente importante al que
voltean a ver la mayoría de los países cuando intentan poner en marcha procesos
de reforma y cambio en sus modelos de enseñanza superior (Escudero Muñoz, 2006;
Rué, 2007). Desde esa región se está difundiendo a todas partes la propuesta de
un currículum universitario con un enfoque basado en competencias, se refuerzan
ideas que vienen de mucho tiempo atrás, pero que cobran fuerza, tales como: la
necesidad de introducir mayor flexibilidad en el currículum, la transferencia
de créditos ligada a una mayor movilidad internacional de los alumnos, reducir
el tiempo que duran los programas de licenciatura o pregrado, disminuir el
número de horas-clase presenciales y reconocer con valor crediticio las horas
que el alumno destina a actividades de estudio independiente (trabajo de
investigación, consulta en bibliotecas y bases de datos, prácticas
profesionales…) etc.
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